EL SOFA COMO SIMBOLO CULTURAL
El sofá más que una pieza de decoración, es un símbolo cultural que simboliza lo que el hogar significa para nuestra sociedad. Pasamos mucho tiempo en el sofá, tanto solos como acompañados: vemos películas, descansamos, convivimos con la familia, mantenemos tertulias… El sofá es el refugio al final de un día de trabajo. Esta claro que las casas no serían lo mismo sin un sofá. Pero esto no siempre fue así. Antiguamente un asiento no almohadillados era un buen lugar para reposar.
En la edad media no existía el concepto de salón tal y como lo conocemos hoy en día. Había salas comunes con grandes mesas colocadas en frente de las chimeneas. Esta era una zona de convivencia donde se reunían todos – familia, empleados e invitados – sentados en bancos de madera. La clase social definía la posición en la mesa, pero en cualquiera de ellas, el banco era duro. El confort, tal y como lo conocemos en la actualidad no era una prioridad. No obstante, existía una especie de sofá donde podían comer y recostarse. Pero no tenía nada que ver con la ligereza y la blandura de los sofás actuales. Tendrían que pasar muchos siglos hasta que una innovación modificase los parámetros de confort tal y como los conocemos en la actualidad.
En el renacimiento, la idea de utilizar materiales suaves y rellenarlos con tejidos, piel y pelo de animales para conseguir asientos confortables no era una idea nueva – ya existían almohadas en la Edad antigua. Pero la idea de incluir el asiento en una pieza de mobiliario fue un nuevo desafío que dio como consecuencia la aparición de un nuevo arte: la tapicería. Como resultado de estos avances, la piedra y la madera de la etapa medieval empezaron a suavizarse. La idea de confort deja de tener un sentido peyorativo, por lo que la comodidad entra en las casas. Esto se traduce en asientos más suaves, piezas tapizadas y las primeras versiones de un sofá tal y como se conoce en la actualidad.
Luis XIV y Luis XV revolucionaron el concepto de “asiento confortable”. Todos conocemos la silla Luis XIV, así como la famosa chaise longue, que es un icono de aquella época. El sofá propiamente dicho también empezó a desarrollarse en este período, cuando las reuniones de nobles en las salas de la corte del Rey exigían asientos cómodos. El Palacio de Versalles fue el epicentro de la decoración mundial. Los profesionales de la decoración vieron una oportunidad en estos ricos nobles adinerados, ansiosos de confort. En esta época la innovación iba unida al arte y al confort, sin descuidar la función a la que estaban destinadas las piezas de asiento.
El sofá Chester, diseño de Lord Chesterfield (1694 – 1773) es una figura relevante en la historia del sofá. Su objetivo fue idear un asiento donde pudieran sentarse varias personas con comodidad. Su origen se debe al IV Conde de Chesterfield, Philip Dormer Stanhope, quien encargó la realización de un sillón a un ebanista local indicándole expresamente que fuera “duro y robusto”, con los brazos y respaldo a una misma altura para obligar a sentarse con la espalda recta. El conde de Chesterfield, se había percatado de que los sillones habituales no permitían a su personal de servicio mantener la postura erguida y correcta, lo que deslucía la vestimenta o uniforme de su mayordomo y por ello encargó una butaca especial que respondiese a sus estrictos cánones de estilo. Se trata de un sofá tapizado con un hermoso cuero marrón salpicado de botones grandes y profundos que parecían darle forma y al que la pátina del tiempo confería un aspecto aún más atractivo. El tapizado capitoné (botones cosidos a mano), las patas cortas y torneadas son las principales características de esta joya del diseño. De origen aristocrático, pronto fue adoptado por la burguesía y la clase pudiente como el súmmum del estilo refinado. La proliferación de clubes masculinos primero entre la sociedad londinense y más tarde en el resto de Inglaterra, lo convirtió en pieza fundamental e imprescindible en salones de la alta sociedad británica, despachos de profesionales liberales, banqueros y nuevos ricos.
El 
modernismo representó un cambio brusco en los modelos glamurosos de finales del siglo XIX. Este movimiento redujo las formas a lo esencial, descubriendo la belleza de las piezas en su función real. Los relieves de animales y alas de ángel fueron sustituidos por patrones geométricos, monocromáticos y con formas básicas. Al mismo tiempo aparecen nuevos materiales (laminados, plásticos y fibra de vidrio). Esta simplicidad permitió que los diseñadores concentrasen sus esfuerzos en el confort en detrimento de la imagen: no importaba que la pieza fuera monótona, lo importante es que fuera práctica y cómoda.
El sofá es símbolo de confort, probablemente más que la cama. Es nuestro refugio, el epicentro de nuestro hogar, donde nos reunimos en familia, recibimos a nuestros amigos y donde vemos nuestros programas favoritos. Su historia y su importancia viene de lejos y es una prueba de que los valores tradicionales de la vivienda no han cambiado a lo largo de los años. El sofá significa la llegada al hogar, el momento de relax, de estar en familia y disfrutar del tiempo de descanso. De ahí la importancia de esta pieza en la creación de ambientes de interior.
A principios del mes de Febrero, tuvo lugar la 76º Edición de Intergift, el Salón Internacional del Regalo y la Decoración celebrado en Ifema – Madrid, donde se dejo ver la variedad actual de sofás, y la mezcla de estilos en base a la trayectoria de este emblemático elemento para la creación de un cálido ambiente de interior. Aquí una breve muestra de lo que me pude encontrar en Vical Home, una de las marcas de decoración para la casa que cuenta con una larga trayectoria en el sector. Sus colecciones rinden homenaje a las combinaciones creativas y a la mezcla de estilos e influencias.
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